IV
[...] podrá no haber poetas;
pero siempre habrá poesía
[...] Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
Hoy llega al fondo de mi alma el sol,
Hoy la he visto...la he visto y me ha mirado...
¡hoy creo en Dios!
XX
[...] que el alma que puede hablar con los ojos
también puede besar con la mirada.
XXI
¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
XXVII
Despierta, tiemblo al mirarte.
Dormida, me atrevo a verte.
Por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.
[...]
De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte
¡Duerme!
XXXII
Pasaba arrolladora en la hermosura
Y el paso le dejé,
Ni aun al mirarla me volví, y no obstante
Algo en mi oído murmuró "esa es"
XXXIII
[...] ¡Lástima que el Amor un diccionario
no tenga donde hallar
cuándo el orgullo es simplemente orgullo
y cuándo es dignidad!
XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú a dónde va?
XLI
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme!...
¡No pudo ser!
[...]
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable choque...
¡No pudo ser!
XLII
[...] Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata! [...]
XLIII
[...] Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mi;
sólo recuerdo que lloré y maldije
y que en aquella noche envejecí.
XLIV
Como en un libro abierto
leo tus pupilas en el fondo;
¿a qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy hombre... y también lloro.
XLVI
[...] Y ella prosigue alegre su camino
feliz, risueña, impávida, ¿y por qué?
Porque no brota sangre de la herida,
porque el muerto está de pie.
XLIX
Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mi;
y pasa sonriéndose y yo digo:
¿Cómo puede reír?
Luego asoma a mi labio otra sonrisa
máscara de dolor,
y entonces pienso: -Acaso ella se ríe,
como me río yo.
LII
[...] Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
[...]
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo, y absorto, y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengañate,
nadie así te amará!